Territorio y Alimentación: Derechos Fundamentales en Honduras

Artículo por Elvia Miralda, acompañante honureña de derechos humanos de Peace Watch Switzerland (PWS) en Honduras.

Tegucigalpa, Honduras

La Lucha por Nuestros Derechos, Territorios y Alimentación

En Honduras, miles de campesinos y campesinas se esfuerzan día a día para producir los alimentos que llegan a nuestras mesas, enfrentando desafíos y luchando por su seguridad y soberanía alimentaria. Detrás de estos esfuerzos hay historias de lucha, resistencia y la búsqueda constante de justicia contra las relaciones de poder que las empresas extractivistas (minería, pesqueras y madereras) y los monocultivos en la agricultura industrial (caña de azúcar, bananeras y aceite de palma) imponen en nuestras vidas, territorios y nuestras comidas.

En nuestro país, la agricultura campesina es la base de la producción de alimentos, con miles de hombres y mujeres trabajando incansablemente para garantizar que tengamos comida en nuestras mesas. Sin embargo, a pesar de su contribución vital, muchos de ellos se enfrentan a obstáculos significativos en su búsqueda por acceder a la tierra y mantener una producción sostenible.

Solo una pequeña fracción de estos valientes productores del campo posee o alquila tierras, mientras que la mayoría lucha por mantener sus parcelas de cultivo ante la amenaza constante de desalojos. Estos desalojos, perpetrados por intereses de empresas extractivas, amenazan la seguridad y la soberanía alimentaria de nuestros agricultores y agricultoras, dejándolos sin acceso a los recursos naturales necesarios para cultivar sus alimentos y mantener a sus familias.

La Realidad Campesina en Honduras: industrias extractivas y monocultivos

Actualmente en Honduras, según el Centro Hondureño de Promoción para el Desarrollo Comunitario (CEHPRODEC) hasta el 2019 existían por lo menos 471 concesiones mineras en el territorio nacional de las cuales según el Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH), la mayoría de estas se encuentran ubicadas cerca o dentro de más de 47 áreas protegidas y dentro de los territorios de poblaciones indígenas y afrodescendientes, lo que implica que las “actividades económicas” que se desarrollan no solo causan la degradación del medio ambiente, sino que también resultan en la pérdida de tierras agrícolas y en la interrupción de las formas tradicionales de vida de las comunidades locales; representan acciones irresponsables que despojan a las personas de sus hogares y sustento.

La relación entre las industrias extractivas y la seguridad alimentaria es un tema crucial que se necesita abordar en Honduras, a pesar del mito de que la agricultura industrial es un “modelo de desarrollo” que nos alimenta, la realidad en la que vivimos en nuestro país es que quienes producen alimentos son precisamente las personas que sufren más hambre. El sistema agrícola dominante mercantiliza los alimentos, separándolo de su origen y despreciando las tierras y las manos que la cultivan. Enfrenta a productores y consumidores entre sí, borra los sistemas alimentarios locales, perpetúa el cambio climático, y nos deshumaniza a todos y todas.

El costo humano de estas actividades extractivas es evidente en las comunidades desplazadas, donde los medios de subsistencia se ven amenazados y la seguridad alimentaria se vuelve un desafío constante. La pérdida de tierras y la degradación del entorno también afectan la capacidad de estas comunidades para producir alimentos de manera sostenible y saludable, lo que a su vez a nivel macro afecta al país.

Cierren las minas y abran el campo: el territorio y alimentación son derechos

La tierra y el pan son mucho más que elementos tangibles; representan derechos fundamentales que atraviesan nuestras vidas cotidianas. La tierra no es solo un recurso, sino también un símbolo de identidad y pertenencia para las comunidades campesinas. La defensa de la tierra va más allá de la protección de un recurso; es la lucha por la preservación de culturas y formas de vida arraigadas en la tierra misma.

Es fundamental abordar las implicaciones que este modelo violento de conflicto capital-vida que se ha instalado en nuestro país y señalar sus impactos en la soberanía y seguridad alimentaria de nuestros pueblos.

Cada vez que una minería en Honduras se instala, se cierra el campo. Se limitan nuestras fuentes de agua y alimentación, se rompe la memoria viva e identidad de nuestros territorios.

La seguridad alimentaria no solo se trata de tener suficiente comida en la mesa; es disponibilidad, acceso físico y económico a alimentos suficientes, nutritivos y seguros para todas las personas y que intrínsecamente también se relaciona junto a la soberanía alimentaria de cada uno de nuestros pueblos; que es el derecho de tener el control sobre las decisiones y políticas relacionadas con la producción, distribución y consumo de alimentos. Es dar poder a las comunidades y dejarles definir sus propias estrategias agrícolas y alimentarias, en lugar de depender de las decisiones impuestas desde fuera.

Los alimentos no pueden separarse del territorio, la tierra y los derechos de soberanía y seguridad alimentaria.

La tierra y el pan no son solo recursos, son símbolos de derechos fundamentales. Nuestras campesinas y campesinos que producen los alimentos que consumimos se enfrentan a desafíos en acceso a la tierra y en lucha constante contra los desalojos que responden a intereses extractivos.

Mi experiencia acompañando junto a PWS a los defensores y las defensoras de la tierra ha sido reveladora. Su lucha por el reconocimiento de derechos y la preservación de bienes comunes es un llamado a la justicia y a un futuro mejor. Necesitamos cuestionarnos ¿quiénes están detrás de los modelos de desarrollo que alimentan nuestras mesas? ¿Cómo los desalojos afectan la profunda relación y vínculo que los campesinos y campesinas tienen con la tierra?

Su lucha es nuestra lucha; tomemos conciencia de los derechos humanos que han sido violentados en los territorios donde se produce nuestra comida y re-signifiquemos nuestras fuentes de sustento para poder construir un futuro más justo y digno de ser vivido.


Fuentes consultadas:


Foto: Visita con defensora de la zona al Rio Guapinol. PWS 2023