Artículo de Jennifer Anspach, acompañante nacional de Derechos Humanos de Peace Watch Switzerland (PWS) en Honduras.
Tegucigalpa, Honduras
Principios de marzo. Recién llegada a Honduras y con la cabeza aún en el huso horario suizo, recibo mucha información sobre el contexto político del país. En el transcurso de la conversación, nos encontramos con el tema de la Píldora Anticonceptiva de Emergencia (PAE) y del aborto, ambos prohibidos y penalizados en Honduras. Aquí no hay excepciones para abortar, ni siquiera en caso de violación, ni cuando la vida de la madre corre peligro, ni cuando el feto presenta malformaciones incompatibles con la vida. La información me llega como un puñetazo en la cara y me saca rápidamente de mi visión privilegiada de Suiza. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el acceso a la contracepción y la planificación familiar es una norma internacional de derechos humanos, y aunque la PAE puede evitar el embarazo, no es abortiva. Por tanto, aquí se violan derechos que en mi país parecen básicos. Se les niega a las mujeres el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.
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