Artículo de Mónica Gálvez, acompañante hondureña de Derechos Humanos de PWS en Honduras
Tegucigalpa, Honduras
Cuando comencé mi programa de voluntariado con Peace Watch Switzerland (PWS), escribí un artículo sobre cómo fui descubriendo una parte de mi país que sabía que existía, pero era lejano a mí burbuja cotidiana. Hoy, después de ocho meses de visitar comunidades, conversar con defensoras/defensores, asistir a procesos judiciales con pocos resultados eficientes y conocer tantas historias de lucha, me replanteo nuevamente mi viaje de redescubrimiento por mí país.
En este pequeño artículo te resumo algunas de las razones por las que considero que estoy aprendiendo más que nunca sobre la Honduras en la que vivo, y cómo los acompañamientos que hago con PWS me siguen planteando una nueva visión de lo que es ser hondureña.
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1. Empecé a viajar a zonas que nunca me imaginé visitar antes
Desde movernos alrededor de una isla que la convirtieron en península, hasta caminar por senderos hechos por comunitarios en medio de la montaña. Son pequeñas piezas de historia que se leen a través de quiénes habitan sus regiones.
Cada espacio que he visitado tiene un trasfondo de lucha impresionante, que sólo quiénes tienen la oportunidad de sentir y comunicarse con sus memorias pueden realmente observar lo que otras personas no. Así que, muchas veces regresé de los viajes sabiendo que conocí más de lo que pude observar de forma física.
2. He conocido a muchas personas distintas, con pensamientos reflexivos diversos sobre las luchas sociales en mi país.
Las personas con las que tenemos vínculos desde nuestro papel como observadoras/observadores de DDHH en las comunidades, nos permiten ahondar en múltiples análisis sobre la realidad nacional. No siempre son perspectivas similares, sin embargo, es justo eso lo que brinda mayor comprensión de los diferentes contextos y necesidades comunitarias.
Me gusta mucho poder conectar con la gente y llegar a entender mejor los aspectos económicos, sociales y culturales de mi país, a través de sus vivencias y experiencias diarias. Yo también formo parte de eso y al final somos dos ciudadanas/ciudadanos conociendo un poco más donde estamos parados mientras conversamos.
3. Aprendí más de historia nacional con las/los defensores de la tierra que lo que me enseñaron en la academia.
Esta es una realidad dolorosa porque se supone que en los espacios académicos es donde debe desarrollarse nuestra consciencia histórica. Sin embargo, no es algo que pase comúnmente en el sistema educativo de Honduras.
Las acciones del colonialismo en la región, sumando todas las deudas históricas que tiene el país con la población indígena, son cuestiones que – con suerte – se comienzan a hablar en la universidad. Esto último, tomando en cuenta que poca población puede asistir a la universidad por los altos índices de pobreza en el país.
La forma en la que he conversado sobre estos temas, durante mi periodo en PWS, ha sido de gran ayuda para continuar aprendiendo de dónde vienen nuestras problemáticas y cómo la historia del país ha estado lleno de violencia y opresión.
4. Fortalecí mis conocimientos sobre las dinámicas de género dentro de la cultura hondureña gracias a los acompañamientos físicos.
El reconocimiento del rol de las mujeres en las luchas comunitarias y campesinas es fundamental para la reducción de los estereotipos de género y la segregación de las hondureñas a espacios marginados. Durante mis acompañamientos, he notado varias dinámicas que fortalecen o achican el papel de las mujeres en distintos espacios de toma de decisiones.
Esto me ha hecho reflexionar sobre la forma en la que se estudian estos temas y qué tanto nos afecta a nivel de país, pero desde una visión más amplia e inclusiva con todas las regiones. Ahora llego a identificar mejor las limitaciones de las mujeres con un enfoque más interseccional que antes.
5. Comprendo mejor el increíble alcance de las luchas ambientalistas y la cosmovisión de los pueblos conectados a la naturaleza.
Sumergirse en el río, escuchar las hojas de los árboles cantar en el patio, pararse en tierra sana y fértil para los cultivos, son el recordatorio de la lucha comunitaria. El vínculo con la naturaleza y sus recursos están presentes en cada paso.
Increíblemente, esta experiencia como voluntaria, me ha permitido conectar también con mi “propia naturaleza” y estar más presente en lo que observo o escucho cuando tengo el privilegio de visitar un espacio sagrado para una comunidad. Esta parte también es mi Honduras, esos rinconcitos que se merecen largos silencios sólo para ser expectantes de lo maravillosa que es la madre tierra.
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Esta matria, que se llama Honduras, sigue siendo mi hogar por descubrir; me siento profundamente agradecida por todo lo que me ha traído estar presente en las comunidades y el montón de saberes que siguen por venir.
Leyenda de foto: Acompañante de PWS frente a mural comunitario ubicado en Puerto Grande que conmemora la lucha de ADEPZA. PWS 2023.