Artículo de Valeria Küttel, acompañante internacional de Derechos Humanos de PWS en Honduras.
Tegucigalpa, Honduras
Choluteca, 4.12.2022. Sentado frente a mí hay un joven de 25 años que lleva una gorra de béisbol y una camisa hawaiana. Está contento de estar aquí hoy, porque hace poco estaba en prisión, acusado de un delito que no cometió. Incierto sobre lo que ocurriría. Finalmente pasaron dos años y dos meses antes de que pudiera salir de la prisión preventiva y comenzara el proceso. Quiero contar su historia.
Yoseth creció con sus padres y cinco hermanos en una pequeña ciudad de Honduras en circunstanciaste de bajos recursos. Trabajó duro y se dedicó a la albañilería, como casi toda su familia. Le gusta su trabajo y se entrega con dedicación total. Convive con su novia con la cual tiene una hija. Los sueños de Yoseth son modestos. Quiere trabajar duro, ganar dinero para comprar una casita a su madre y pasar mucho tiempo con su familia. Aunque era una vida simple, Yoseth estaba contento.
Pues llegó el 25 de diciembre de 2019. La policía vino a la casa de Yoseth y lo detuvieron. Fue acusado de intento de asesinato. Dos semanas antes, durante la construcción de una villa navideña, se lanzó un artefacto explosivo a la multitud, que estalló en el rostro de un joven. A continuación fue trasladado al hospital con heridas graves. El joven de 17 años perdió un ojo y el lado izquierdo de la cara quedó gravemente dañado. Fue trasladado a un hospital en Boston para una reconstrucción facial. Los tratamientos continúan hasta hoy. La historia fue explotada por la prensa y las autoridades se vieron sometidas a una gran presión para presentar a los culpables. Es importante saber que, en aquel momento, miles de jóvenes se manifestaban contra la narcodictadura en Honduras. Varios participantes fueron secuestrados o criminalizados y detenidos como presos políticos. No es casualidad que las autoridades buscaran a los culpables en este entorno. En total, se detuvieron a tres personas. Yoseth se considera una víctima de este rígido método del Estado.
Así pues, Yoseth fue trasladado a una prisión regional y asignado a un bloque. La primera noche durmió en el suelo, porque no hay habitaciones ni camas suficientes para todos en la cárcel superpoblada. Este “privilegio” está reservado a los que llevan mucho tiempo encarcelados. Afortunadamente Yoseth conoció a un preso en cuya habitación encontró refugio y una cama que pudo utilizar. La comida era miserable, mal preparada y sin sabor. Los frijoles estaban duros y había moscas en el jugo. Cada vez que su madre lo visitaba, le traía verduras frescas, frutas y a veces algo de carne para mejorar la comida.
„Ahí, adentro tienes que ocupar la mente, es malo si te quedas con los brazos cruzados, así se te ocurren ideas estúpidas”, dice Yoseth. Entonces ayudó en la cocina y aprendió a hacer hamacas. Este trabajador se sentía inútil porque ya no podía apoyar a su familia. Su familia, especialmente su madre, nunca le dejó a la estacada. Le visitaba regularmente los fines de semana y le apoyaba todo lo que podía. Era diferente con su propia familia. Su esposa se separó de él, pensando que Yoseth tendría que permanecer en prisión durante mucho tiempo, tal vez toda la vida. Apenas vio a su hija durante su encarcelamiento. Esto fue lo más difícil para Yoseth durante este tiempo, junto a la muerte de su abuelita a la que no había podido ver antes.
La madre de Yoseth pidió ayuda al Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH). Una organización con cual Peace Watch Switzerland regularmente realiza acompañamientos conjuntos a juicios y a través de la cual también conocí a Yoseth. Actúan como defensa en la causa penal contra Yoseth. El hecho es que el acusado estaba trabajando en otra ciudad el día del crimen y tiene varias coartadas. La acusación sólo tiene un testigo protegido como prueba, una estrategia habitual que ya hemos presenciado en varios juicios. También es revelador que los familiares del herido estén convencidos de la inocencia de Yoseth. En la primavera de 2022, COFADEH logró levantar la detención provisional en favor de la medida sustitutiva de ir a firmar periódicamente en el juzgado. Después de dos años y dos meses, Yoseth puede por tanto salir de la cárcel y volver a su vida.
Ahora vive con sus padres y afortunadamente, encontró un trabajo. Pero su vida ya no es como antes. “Lo perdí todo, mi casa, mi familia”. Lo que más le duele es que la relación con su hija ya no es la misma. Solía saludarle cariñosamente cada vez que volvía a casa del trabajo. Le abrazaba y le quitaba los zapatos. Tenía cuatro años cuando lo detuvieron, era demasiado pequeña para comprender lo que había ocurrido. Tras la detención, apenas reconoció a su padre. Yoseth ahora sólo ve a su hija una vez a la semana, cuando lleva dinero a su madre. Aprovecha lo mejor que puede este breve espacio de tiempo para recuperar la confianza de su hija.
Por el momento, Yoseth está esperando de que se dicte sentencia y sea finalmente absuelto de los cargos. Sólo así podrá relajarse y rehacer su vida. Por desgracia, la historia de Yoseth no es un caso aislado en Honduras. Representa los muchos tristes destinos causados por estos encarcelamientos arbitrarios e injustificados.
Leyenda de foto: Yoseth. Fuente: PWS, 2022