Crónica de una extraña conociendo su propia casa

Artículo de Mónica Gálvez, acompañante nacional de Derechos Humanos de PWS en Honduras.

Tegucigalpa, Honduras

Estar lejos de casa, aun viviendo en ella es posible. Me he reconstruido muchas veces, he cuestionado la historia que me enseñaron en la academia por escuchar lo que cuentan las calles, me empapé del feminismo para poder observar lo que era invisible y leí libros que narran lo que las sombras del colonialismo impusieron en mi país. A pesar de todo esto, tristemente, me sigue siendo una tierra desconocida.

Quiero conocer el sitio que habito todos los días ¿A dónde puedo recurrir sino es a los lugares en los que Honduras está impregnada de peso histórico y de lucha? A los lugares donde la colectividad significa defensoría; donde una comunidad puede detener la destrucción de su territorio; donde las convicciones se entrelazan con la empatía; a los sitios donde se escuchan las voces de las ancestras y ancestros para mantener el fuego de las resistencias.

Esto es lo que Peace Watch Switzerland (PWS) me ha dado en mis primeras semanas como voluntaria, la oportunidad de conectar con espacios en los que Honduras se ve reflejada a través de su gente y las situaciones que atraviesan.  Las diversas realidades en diferentes contextos de injusticia, violencia, marginalidad y opresión son temas que siempre han existido, pero que en algunas ocasiones se ven desde lejos. En este trabajo te brindan la posibilidad de convivir continuamente con lo que significa Honduras en su versión más genuina.

El desconsuelo y la esperanza de recordar

Mi primer acompañamiento fue en Reitoca, una comunidad ubicada en el sur del departamento de Francisco Morazán. En este pequeño pueblo de origen lenca, se ha desarrollado una lucha de más de cinco años por la defensa del río Petacón, el cual fue afectado por la construcción de un proyecto hidroeléctrico. Familias enteras han sido parte de las acciones realizadas para el rescate de los recursos naturales de la zona, compartiendo sacrificios, represión estatal y procesos de criminalización.

La inmensa construcción quedó abandonada por la continua presión de la comunidad, sin embargo, ha quedado como un monumento a la sobreexplotación de recursos que puede retomarse en cualquier momento. Es inevitable, la gran impresión que te deja estar parada en la misma zona en la que cientos de personas resistieron y pelearon contra un sistema que desconoce el significado del río para toda una comunidad. Todavía me genera sentimiento pensarlo.     

Me fui a casa, después de esto, con una sensación de desconsuelo, pero también de esperanza, por muy contradictorio que se lea. Descubrí lo desconectada que he estado de los espacios fuera de la ciudad, de lo mucho que el privilegio nubla el aprendizaje cultural/social y el poco interés genuino del Estado por contrarrestar las problemáticas urgentes de las zonas rurales del país. Sin embargo, también me di cuenta de que me queda mucho por encontrar en medio de tantos saberes colectivos y ancestrales de la naturaleza, la vida, las luchas y las cosmovisiones de otres.

Reitoca fue mi introducción a eso. Representó la posibilidad de poder hacer mi trabajo, construyendo también hacia el interior y extender más el panorama de comprensión sobre lo que sucede en Honduras; para mí eso es un paso importante en el proceso de redescubrir mi país.

Acompañando para no olvidar

Después de esta primera experiencia moviéndome fuera de la ciudad, comencé a dar acompañamiento en Tegucigalpa, visitando sitios dónde las leyes nacionales son las que dirigen los escenarios. Conocía cómo funcionaba la justicia en Honduras, pero eso no me eximió de continuar sintiéndome como una extraña frente a las obviedades de un sistema que no funciona. ¿Qué tanto me acerqué antes? ¿Acaso ya saberlo por tantos años me hizo normalizarlo e irónicamente dejar de recordarlo?

Es una cuestión de replanteármelo a partir de mi trabajo en la organización. Olvidar realidades en medio del caos de la cotidianidad es muy fácil, por lo que me siento agradecida de poder cuestionármelo cada semana junto al equipo de voluntarias y voluntarios en nuestros acompañamientos. Me permite poder crecer también en colectividad, a pesar de tener un papel únicamente como observadora en cada misión.

No deseo olvidar en este momento, deseo poder encontrar el país del que tanto me he desaparecido. Estar lejos de casa, aun viviendo en ella es posible; pero estoy aprendiendo a conocerla.


Foto: Conmemoración del 5to aniversario de la resistencia del Consejo Indígena Lenca de Reitoca (CILR) contra la construcción de la hídoreléctrica en el Río Petacón. Fuente: PWS 2023

Advertisement