Las maravillosas partes de Honduras

Artículo de Heide Trommer, acompañante internacional de Derechos Humanos de Peace Watch Switzerland (PWS) en Honduras.

Tegucigalpa, Honduras, Junio 2022

Honduras está marcada por la violencia, la desigualdad, la corrupción y el narcotráfico. Pero también están las estupendas facetas de este país entre el Atlántico y el Pacífico, con una flora y una fauna únicas, con parques naturales y sobre todo: con gente estupenda.

Después de dos maravillosas semanas de vacaciones, me gustaría compartir con ustedes, queridas y queridos lectores, la alegría de todas las cosas bonitas que he vivido en este país sufriendo tanto por la violencia, la desigualdad, la corrupción y el narcotráfico. Como observadores de los derechos humanos, nos damos cuenta de los crímenes increíbles de los que son responsables los políticos, la policía, los empresarios, los narcotraficantes, los pequeños delincuentes, los hombres. Ayer mismo me comentaron de cómo los vecinos lincharon a un ladrón. … Pero también están las hermosas caras de este país entre el Atlántico y el Pacífico, con una flora y fauna únicas, con parques naturales y sobre todo: con personas realmente estupendas.

Durante nuestra asignación, tenemos días libres, dos semanas en una estancia de seis meses. Así que, junto con mi marido, pude explorar el país como turista durante las dos primeras semanas de mayo.

Nuestras vacaciones

Viajamos en los autobuses amarillos de los que se advierte por su suspuesta peligrosidad, pero que son el medio de transporte de la mayoría de las y los hondureños. Tras preguntar a otras voluntarias y colegas hondureñas, elegí un viaje que nos llevó por la playa caribeña de Tela y el Jardín Botánico de Lancetilla (el segundo después de Kew en Londres, según la Lonely Planet) hasta las ruinas de Copán. Aquí se hizo realidad un sueño de más de treinta años: había querido conocer esta obra maestra maya desde que viví en Honduras por primera vez en 1987, y ahora por fin había llegado el momento. Se dice que sólo se ha excavado el 30% de todos los tesoros. Sobre nuestras cabezas volaron coloridas alas de un centro de protección y cría cercano. Seguimos por La Esperanza hasta Colomoncagua, un pequeño pueblo cerca de la frontera con El Salvador, donde una joven vendedora en un café recién abierto nos dijo “Estamos en desarrollo”. A finales de los años 80 también fui voluntaria para acompañar a los y las refugiadas salvadoreñas en la educación de adultos en el campamento cercano. Tras una parada en la ciudad cafetera de Marcala, nos dirigimos a Segundo Montes, en Morazán, El Salvador, justo al otro lado de la frontera, donde visitamos a amigas y amigos, refugiados repatriados. Juntos nos fuimos al memorial de El Mozote1. La masacre que tuvo lugar allí a principios de los años 80 fue el detonante para que más de 8.000 personas huyeran a través de la frontera hacia Colomoncagua.

Desde Segundo Montes regresamos a Tegucigalpa en un día. Una excursión de fin de semana al Valle de Ángeles, a una hora y media de distancia, combinada con una caminata de un día por el estupendo Parque Nacional de La Tigra con sus caminos muy bien descritos completó las vacaciones.

Nuestros encuentros

Constantemente experimentamos momentos increíbles de amabilidad, hospitalidad, gentileza, cortesía, alegría y buena voluntad. Quiero describirlas y compartirlas con ustedes, para contrastar la oscura violencia con la luz, el brillo de la gente:

En Tela, estábamos sentados en la playa y, tras el primer contacto con los ojos, se nos acercó una mujer joven, una maestra de Copán, que iba a hacer una excursión de un día al mar con su padre y su hija pequeña organizada por una compañía de autobuses. Nos dio su número de teléfono y nos dijo que la llamáramos cuando llegáramos a las ruinas. Lo hicimos al último día, lastimosamente no pudimos encontrarnos, ella estaba afuera en una reunión y nosotros queríamos seguir adelante. Lo cuento porque me alegra ver que la gente con pocos ingresos está conociendo su país, saliendo, regalándose un viaje, buscando las cosas bonitas. Nunca he experimentado esto durante varias estancias de trabajo en los últimos 30 años.

Otra experiencia, el sábado por la tarde antes del Día de la Madre, llueve a cántaros, el penúltimo minibús de La Esperanza a Colomoncagua, a dos horas de distancia, está llenísimo. Los y las pasajeras con todas sus compras, cajas de pasteles en el regazo y pollitos en el suelo, están empapados/as. Nos apretujamos en el pasillo, mi marido encorvado, esperando encontrar espacio en el escalón de entrada, porque allí podría mantenerse erguido. No hay forma de pasar… dos mujeres de mediana edad están desesperadas por subir, no pueden hacerlo por la entrada “normal”… y de hecho se suben por la ventana del fondo. Increíble. Cuando por fin se pone en marcha el autobús como una lata de sardinas, la música a todo volumen no deja de sonar, los bajos retumban, la gente no para de subir y bajar… nadie se queja. Todo el mundo trata de encontrar y hacer sitio lo mejor que puede. … Poco antes de llegar a Colomoncagua, el autobús ya está casi vacío y el conductor pasa a toda velocidad por las curvas, rozando un coche aparcado, una mujer de más o menos mi edad (unos 60 años) sonríe y dice con satisfacción: “¡Ah, qué bonita es nuestra música!”

Cuando comemos en un restaurante en la calle, la gente que pasa nos desea “buen provecho”. Y no sólo a nosotros, al extranjero y a la extranjera, sino también a los y las hondureños/as de la mesa al lado. La gente se saluda en la calle. La veo tan amable en la vida cotidiana. En las colas de las cajas del supermercado, no se empujan. En la calle, a menudo vemos a los choferes (también taxistas) que se ceden el derecho de paso en el tráfico pesado.

Y esas buenas experiencias también abundan en la vida cotidiana: a la vuelta de un viaje de ocio personal de un fin de semana, a unas cinco horas en autobús desde Tegucigalpa, mis dos compañeras de viaje y yo esperábamos el autobús. Tuve la idea de hacer autostop y la primera familia a la que me acerqué nos metió en su coche e incluso condujo un desvío sólo para mostrarnos el hermoso paisaje.

De camino a un acompañamiento, una de nuestras llantas se ponchó. Ni el conductor, un intelectual coordinador de proyectos de una ONG, ni nosotras dos pasajeras pudimos cambiar la rueda del todoterreno. Sin que se lo pidiéramos, un joven que esperaba su autobús a pocos pasos nos ayudó. En media hora el problema estaba resuelto. Nuestro ayudante no quiso aceptar ningún dinero.

Naturaleza

Cuando escribo sobre lo bello, la naturaleza también forma parte de ello. Los colores indescriptibles, por ejemplo, de las acacias, floreciendo con un color rojo fenomenal, especialmente ahora en la época de lluvias. Incluso en Tegucigalpa, al borde de las carreteras de 4 carriles, desafían el niebla.

He visto mariposas, no sólo en las reservas naturales, sino también durante los paseos por las afueras de los pueblos, ya que sólo las había conocido en el mariposario cerca de mi casa en el lago de Constanza.

El concierto de los güirros en la madrugada frente a nuestra casa en el mero centro de Tegucigalpa me despierta y ahoga el ruido de los camiones grandes, que día y noche pasan por allá.

Se dan cuenta: Honduras me parece extraordinariamente magnífica.

La belleza desde la perspectiva de algunas hondureños y hondureños

Como volví de las vacaciones tan inspirada y recargada, quise saber qué aprecian las y los hondureñas de su país y pregunté a (ex) colegas, a miembros de organizaciones acompañadas, a la familia de una amiga y a algunos taxistas.

He aquí las respuestas destacadas: sin excepción, todas y todos mencionaron dos puntos en primer lugar: la gente y la naturaleza. La mayoría también nombró el arte y la cultura.

  • “Somos un pueblo amable, generoso, noble, de buen carácter”.
  • “Nos mantenemos unidos. Por ejemplo, cuando alguien muere en mi barrio, todos llevamos algo al funeral. Nadie está solo”.
  • “Somos un pueblo pacífico, no cultivamos el odio”.
  • “A pesar de la inmensa desigualdad en el acceso a los recursos, no libramos una guerra civil. Cuando Juan Orlando fue trasladado en avión, no celebramos en las calles”.
  • “Somos un pueblo formado por muchas culturas. Tenemos grupos indígenas y afrodescendientes: Lenca, Maya-Chorti, Garífunas, Tawahkas, Tolupanes, Pech, Misquitos, Nahualt, Garífunas y los Negros de Habla Inglesa o Creoles, todos ellos ubicados en distintas regiones, con sus propias costumbres, idiomas, vestidos. Esa diversidad nos enriquece.”
  • “Lo que me gusta de mi país es la lengua, nuestra jerga. Nos inventamos palabras que no tienen nada que ver con el español. Por ejemplo, qué baja, en lugar de que mentira, güirro en lugar de niño, …”
  • “Las fiestas en las comunidades son estupendas, me hace sentir bien. No me siento bien en otro país. Defendemos el territorio, la historia de los pueblos. Continuamos la historia de nuestros antepasados.”

Todos y todas que preguntaba se alegran de la naturaleza, citando la abundancia de recursos, la flora y la fauna, y los diferentes paisajes:

  • “Nuestra tierra lo tiene todo. Podría alimentarnos a todos si hubiera una distribución más justa”.
  • “Aprecio la belleza de nuestra tierra, nuestros manglares, los abundantes ríos, las playas. Mi país es un lugar, donde tenemos todo. Sólo falta distribuir bien. Es un orgulloso país, súper hermoso.”
  • “Frente a nuestra costa está el arrecife de coral, el segundo más grande después de Australia. Tenemos los maravillosos parques naturales, el gran jardín botánico.”
  • “Aquí se fundó la Escuela Agrícola Internacional Zamorano, uno de los primeros y mejores centros de investigación de América Latina. En 1981, la UNESCO declaró la Reserva de la Biosfera del Río Plátano, en la Mosquitia, Patrimonio de la Humanidad”.
  • “Me gusta el clima tropical húmedo, es bueno para hacer ejercicio. Nuestras aguas termales son estupendas”.
  • “Acá estoy tranquilo. Anhelo más, pero en realidad, este país es hermoso”.

Y por último, pero no menos importante, el arte y la cultura entusiasman a mis interlocutores sobre su país.

  • “Nuestras danzas, por ejemplo, la Punta de los y las Garífunas, nuestra música, los teatros, que en su mayoría no reciben apoyo estatal, nuestros sitios históricos, son únicos”.
  • “Me gustan nuestras radios populares. Los medios de comunicación son muy culpables de lo malo, nosotros lo contrarrestamos con información honesta”.
  • “Me gusta nuestra comida. Los platos tan deliciosos. Tapado, baleadas, rosquillas, los platos típicos, ayote, horchata. …”

A pesar del orgullo por su país, no hay una sola conversación en la que mi interlocutor/a no moncione la desigualdad y la injusta distribución de los recursos, la corrupción, la violencia y la complejidad de los problemas. Muchas, incluso académicas con una buena educación, algunas incluso con trabajos interesantes, sueñan con una vida en el extranjero, como los y las 100.000 a 150.000 hondureñas y hondureños que se dirigen a los EE.UU cada año, la mayoría de ellos con los inseguros coyotes a través de las fronteras negras. Una de ellas está considerando unirse a una de las caravanas, la última de las cuales comenzó el domingo de Pentecostés en el sur de México con más de 10.000 personas caminando a los Estados Unidos.

Leyenda de foto: Una tarde en las ruínas de Copán, mayo 2022 (Foto: PWS)

1 La masacre de El Mozote fue un asesinato masivo de personas civiles ejecutado por miembros del ejército regular durante la guerra civil en El Salvador. Fue cometido por el Batallón Atlácatl de las fuerzas gubernamentales (FAES) durante una operación contra la guerrilla del 10 al 12 de diciembre de 1981 en los cantones de El Mozote, La Joya y Los Toriles en el norteño departamento de Morazán. Según las investigaciones de la Comisión de la Verdad (Comisión de la ONU para Investigar la Violencia Cometida durante la Guerra Civil en El Salvador), aproximadamente 900 personas fueron asesinadas sistemáticamente en El Mozote y los cantones circundantes por el Batallón Atlácatl durante la Operación Rescate. La masacre fue el ataque más violento del poder estatal contra la población civil durante la guerra civil y se considera uno de los mayores crímenes de guerra de la historia de Centroamérica. (vea https://de.wikipedia.org/wiki/Massaker_von_El_Mozote, 07.06.2022)

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